sábado, 8 de agosto de 2020

Novena San Juan Bosco SEGUNDO DÍA


AMOR DE DON BOSCO A MARIA AUXILIADORA


Cuando Don Bosco contaba 9 años tuvo un sueño en el que la Virgen ya le indicaba su vocación: sería sacerdote. Años más tarde, en 1860, la Virgen vuelve a hablarle en otro sueño y le dice que quiere ser honrada con el título de «Auxiliadora». Es en ese sueño en el que le señala el sitio en el que construir en Turín el templo dedicado a Ella, la actual Basílica de María Auxiliadora.

La Virgen María siempre estuvo presente en la vida de San Juan Bosco, gracias a que su madre, Mamá Margarita, le inculcó ese amor y esa devoción por la Virgen en las oraciones y en la vida diaria. Desde el principio Ella fue el centro de toda su obra.

En 1862, Don Bosco convierte la opción mariana, en definitiva: «La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana», dijo.

«Todo lo ha hecho Ella» o «No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado» eran frases que San Juan Bosco solía repetir.

En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Sólo contaba con unas monedas de cuarenta céntimos y ésa fue la primera paga que le dio al constructor. Pero fueron tantos y tan grandes los milagros que María Auxiliadora empezó a conceder a sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El Santo solía decir: «Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen».

La Basílica Santuario tiene cuatro capillas, la dedicada a San José y la única que quedó como quería Don Bosco. En ella Niño Jesús ofrece a San José rosas rojas y blancas mientras el Santo las deja caer sobre la Basílica. Don Bosco explicaba que «Las rosas son las gracias que Dios nos concede».

ORACION


¡Oh Don Bosco Santo! Por el gran amor que tuviste a María Auxiliadora, tu Madre y Maestra; alcánzanos una verdadera y constante devoción a tan dulcísima Madre, a fin de que, como hijos suyos, podamos tener su protección en esta vida y de un modo especial en la hora de nuestra muerte. Amén.

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