lunes, 8 de septiembre de 2014

La misericordia en el matrimonio y la familia



La misericordia divina puede considerarse como uno de los ejes centrales de la Iglesia en este inicio del nuevo milenio, como lo ha dicho reiteradamente el Papa Francisco. Así, también se espera que sea uno de los ejes de la reflexión durante el próximo Sínodo de los Obispos sobre "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización" que se realizará en Roma en octubre de 2014.
La pastoral de la misericordia: Parecen perfilarse dos grandes destinatarios del llamado a ser misericordiosos como el Padre es misericordiosos. Por un lado, se constata un creciente pedido para que la Iglesia misma sea "misericordiosa" ante la debilidad humana y que la misericordia acompañe los procesos y situaciones difíciles e irregulares. Este enfoque prima, a mi entender, en el Instrumentum Laboris que se ha dado a conocer y que menciona a la misericordia como nota de una nueva pastoral desde la parroquia entendida como "familia de familias" (n. 46). Igualmente se habla del Evangelio de la misericordia proclamado por la comunidad cristiana ante "las familias particularmente vulnerables" (n. 79), como eje central de la pastoral familiar ante "las situaciones pastorales difíciles" (n. 80). Se menciona la misericordia ante el caso de personas divorciadas en una nueva unión (n. 92 y 94) y para acompañar a los hijos de quienes han sufrido un fracaso matrimonial (n. 103). Sin embargo, no nos enfocaremos en este tema en estas breves reflexiones.
La misericordia al interior de la familia: Los otros destinatarios del llamado a la misericordia son los esposos y los miembros de la familia. En efecto, en el Instrumentum Laboris se recuerda cómo el Papa Francisco "en sus encuentros con las familias, estimula siempre a mirar con esperanza el propio futuro, recomendando aquellos estilos de vida a través de los cuales se cuida y se hace crecer el amor en la familia: pedir permiso, agradecer y pedir perdón, sin dejar jamás que el sol se oculte sobre un litigio o una incomprensión, sin tener la humildad de excusarse" (Premisa del Instrumentum Laboris). Sin embargo, este segundo llamado a la misericordia "al interior de las familias" no vuelve a hacerse presente con tanta fuerza durante el resto de ese documento preparatorio.
Una comunión que se construye desde el perdonar y el ser perdonado: quizá sea el Evangelio de la misericordia el más decisivo principio que anime a la vida matrimonial y familiar. En la convivencia cotidiana, en la que nos mostramos con nuestras virtudes y defectos, es imposible evitar que haya roces, discusiones, faltas mutuas. Tal experiencia de vulnerabilidad y, en definitiva, de la condición pecadora propia de todo hombre, nos interpela. Así, la gracia del sacramento y la fuerza del amor cristiano, ofrecen una nueva perspectiva ante ese mal presente en la cotidiana vida: nos señalan que el perdón mutuo es camino de reconciliación, es el dinamismo propio que tiene todo amor verdadero.
En el perdón mutuo, los miembros de la familia llevan unos las cargas de los otros. El que ofende, al pedir perdón, se humilla como pide Jesús y ablanda su corazón contra el orgullo. El que perdona, se identifica con Dios mismo que nos perdonó en Jesús y configura su corazón con la blandura del amor. Recordemos que Jesús, cuando tiene su polémica con los fariseos sobre el matrimonio, reprocha "la dureza de corazón" (Mt 19, 8).
La misericordia, antídoto contra los profetas de la ruptura: la disposición a perdonar y ser perdonado también edifica al matrimonio cuando arrecian las dificultades. En este sentido, en muchos lugares, se ha generado una generalizada mentalidad que suele aconsejar a los esposos la ruptura ante la primera dificultad, ante la primera adversidad. ¡Qué distinto es el camino de la misericordia! Es un camino que invita a poner la otra mejilla, a perdonar, a pedir perdón, a agradecer, a dar una nueva oportunidad, a reconocer que todos somos débiles y pecadores y que todos necesitamos el perdón de Dios.
En definitiva, se trata de vivir cotidianamente al interior de las familias la invocación cotidiana del Padre Nuestro: "perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

OTRAS NOTAS SUGERIDAS.

 "Vivir y dejar vivir". Esta frase pertenece a un "Decálogo" de la Felicidad del Papa Francisco, que se dio a conocer en diferentes medios de comunicación social semanas atrás. Se trata de una expresión simple y seductora. Penetrante. Que invita a no ahogar a los hermanos con conductas egoístas. Pero la frase "vivir y dejar vivir" nos interpela también sobre su significado y nos mueve a pensar qué es para nosotros "vivir" y como convivir con la diversidad de la vida.
En efecto, en muchos y diversos ámbitos el Papa Francisco nos señala que el sentido del "vivir" está en el donarnos a los demás, en el de ser servidores de los demás. Vivir así, vivir sirviendo, es vivir para que los demás puedan a su vez desplegar su propia vida, sus propios dones. Así surge la segunda parte del pedido del Papa: dejar vivir, dejar que el otro se despliegue, que también se haga servidor. Porque para el Papa el gran modelo de toda vida es Jesús y su entrega de amor en el servicio "hasta dar la vida". […]

Con gran expectativa se prepara la Iglesia Católica a celebrar un Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización" que se realizará en Roma en octubre de 2014.
En tal camino de preparación, es bueno hacer memoria del último Sínodo dedicado a "La misión de la Familia Cristiana en el mundo actual", que se realizó en octubre de 1980 y que tuvo como fruto la excelente exhortación apostólica "Familiaris Consortio" del querido y recordado san Juan Pablo II.
Los puntos de encuentro entre ambos Sínodos son notables y numerosos. Han pasado 34 años y todavía hay muchos desafíos que se presentan casi en los mismos términos. Sin pretender agotar una comparación, que por otra parte sería algo totalmente inalcanzable, comparto algunas reflexiones que se suscitan al releer "Familiaris Consortio" y el "Instrumentum Laboris" del Sínodo de 2014 que se ha publicado recientemente. […]


No hay comentarios:

Publicar un comentario