martes, 27 de diciembre de 2016

Evangelio de Navidad

Palabra y Vida 2016
Domingo, 25 de Diciembre de 2016
Natividad del Señor
Is 52,7-10/Hb 1,1-6
Jn 1,1-18

Evangelio:
En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más impor­tante que yo, porque existía antes que yo”. De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Comentario:
Lectura: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre”.
Meditación: El prólogo del evangelio de Juan es el himno por excelencia de la liturgia del día de Navidad. Es como una especie de tercer evangelio de la infancia. Su riqueza es tan grande que resulta imposible explicarlo en pocas palabras. Destacamos dos binomios significativos. El núcleo del himno es el nexo desconcertante entre el verbo y la carne; dos realidades distintas que se encuentran y abrazan en el pequeño Jesús de Nazaret. El segundo binomio es el del contraste entre la luz y las tinieblas; el constante conflicto de la historia que la presencia de Cristo en el mundo resolverá a favor de la luz.
Oración: Has llegado ya, Señor. Entra en mi corazón e ilumínalo con tu Palabra recién nacida.
Acción: La luz ha nacido. Enciende una vela para señalar con gozo la llegada del Señor.

Texto compartido desde la aplicación Android 'Palabra y Vida 2016'
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