sábado, 28 de junio de 2014

Profanan la Catedral de La Plata: aspectos no contemplados por la prensa


Escrito por: Inés Franck
Hace unos días se difundió por las redes sociales un video, realizado en la Catedral de La Plata, con dos personas diciendo y realizando obscenidades y burlándose de las creencias de los católicos. Una de las personas es una señora ya mayor y la otra es un señor vestido de mujer.
Además de que el video en sí se revela de un mal gusto deplorable, no deja de llamar la atención el hecho de que tan impunemente se haya ofendido a una religión, ingresado a propiedad ajena para cometer actos impropios, y expresado públicamente agravios a Dios y a la religión católica. Hubiera significado lo mismo que el acto se hubiera perpetrado en un templo judío o protestante, en una mezquita o en cualquier otro lugar considerado sagrado. De la misma manera, hubiera sido también aberrante que se hubieran violentado las creencias de cualquier grupo religioso con el único propósito de hacer una especie de escándalo gay. Lo ocurrido es claramente una provocación, además de una conducta con visos de delito penal. Provocación donde los victimarios son los dos protagonistas del video y las colectividades que los apoyan, y las víctimas somos –una vez más- los creyentes católicos.
Resulta sorprendente, entonces, que los grupos LGBT, a pesar de que debieran pedir disculpas públicas por el acto de estas dos personas o bien desligarse del hecho vandálico, se victimicen ofendiéndose por supuestos dichos del Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, que además han sido descontextualizados con evidente mala fe.
En su legítimo derecho, Mons. Aguer encabezó un acto de reparación del espacio sacro violentado por estas personas expresando el agravio que significa la difusión impune de esa filmación, pues se ha violado la libertad religiosa, los valores morales de un gran sector de la población y el recinto destinado al culto; las personas a las que amparan los grupos LGBT, además, han expresado y difundido impunemente agravios, imágenes ofensivas para el pudor más elemental y burlas a la religión. Y no está en juego la condición LGBT que presumiblemente podrían tener estas dos personas; aunque la provocación en el ámbito de una institución que tiene una posición tan característica sobre las conductas homosexuales se torna en ese caso doblemente provocativa.
Sin embargo, parecería que los ofendidos fueran los grupos LGBT. Incluso se acusa al Arzobispo de agraviar a toda una comunidad. Pregunto entonces: ¿qué han hecho ese señor y esa señora que han filmado el video en la Catedral de La Plata? ¿No han agraviado a toda una comunidad? También se acusa a Mons. Aguer de desconocer leyes de la sociedad argentina. También me pregunto: ¿no incurren los grupos LGBT que defienden el hecho vandálico en el desconocimiento básico de la Constitución Argentina (al menos en cuanto a la libertad religiosa y a la propiedad privada), de tratados internacionales con jerarquía constitucional, y de la mayor parte de la legislación en materia de libertades civiles? ¿O acaso las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo y de identidad de género afirman que estos grupos pueden ofender impunemente a la religión católica en cualquier momento y lugar? También dicen que las afirmaciones del Obispo son una afrenta a toda la sociedad argentina: ¿no es esta actitud irrespetuosa y profanadora una afrenta al pueblo católico argentino, y a todas las personas religiosas aunque no pertenezcan al catolicismo? Mons. Aguer no está violando ninguna ley argentina; simplemente, en nombre de toda la comunidad católica, está repudiando un acto vandálico, aberrante y delictivo, ocurrido en un templo sagrado. Afirman los grupos LGBT que van a iniciar acciones legales: yo temo que estemos ante una estrategia de victimización para revertir ante la opinión pública la mala imagen que dejan actos vandálicos como los que se han cometido en la catedral.
Es realmente desconcertante que se pretenda invertir la culpa de lo ocurrido en la Catedral de La Plata. Por mi parte, y a riesgo de parecer ingenua, aún creo en la posibilidad de la convivencia democrática y sigo esperando un pedido público de disculpas de los grupos LGBT que han respaldado estos hechos y han hecho luego tan desafortunadas declaraciones, como correspondería en justicia luego de lo ocurrido.

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Comienza hoy en Mar del Plata la Semana Social 2014 organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS) de la Conferencia Episcopal Argentina bajo el lema "El Papa Francisco y la cuestión social" que se llevará a cabo los días 27, 28 y 29 de junio en Hotel Intersur 13 de julio de la ciudad balnearia. […]

El culto al Sagrado Corazón de Jesús tiene una rica tradición en la Iglesia Católica y en tal tradición ocupa un lugar muy relevante la Encíclica Haurietis Aquas del Papa Pío XII sobre el Culto al Sagrado Corazón de Jesús que fue publicada en Roma el 15 de mayo de 1956 a los 100 años del decreto de Pío IX donde se extendía a todo el mundo el culto al Sagrado Corazón de Jeús.
La encíclica comienza con la fundamentación teológica, asumiendo las dificultades y objeciones que se han puesto al culto al Sagrado Corazón y respondiendo a las mismas con la doctrina de los papas. La encíclica explica los fundamentos del culto y recurre al Antiguo Testamento. El segundo capítulo de la encíclica aborda este culto en el Nuevo Testamento y la Tradición, incluyendo a los Santos Padres. La encíclica se detiene en el amor divino y humano de Jesús y en su corazón físico, y habla del símbolo del triple amor de Cristo (Haurietis Aquas, n. 15): "es considerado el corazón del Verbo Encarnado como signo y principal símbolo del triple amor con que el Divino Redentor ama continuamente al Eterno Padre y a todos los hombres. […]

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Deuda externa. Una variable económica que, con frecuencia, inunda el debate político y social de los países en vías de desarrollo. Y el escenario de esas discusiones es la esfera mediática, donde los Medios –que seleccionan los acontecimientos y le dan la palabra a líderes de opinión según sus ideologías e intereses- presentan informes de alto contenido estadístico y técnico pero que dejan de lado, muchas veces, el real impacto que tienen los vaivenes económicos en las personas. Sobre todo, en aquellas que pertenecen a poblaciones vulnerables.
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Hemos seguido con atención y preocupación pastoral la situación creada por la deuda externa y sus posibles consecuencias para nuestro país y la vida de nuestra gente, especialmente de nuestros hermanos más vulnerables, tras el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. Este hecho reclama con urgencia de toda la dirigencia una actitud madura de unidad y responsabilidad para responder, en una justa negociación, a la situación generada.
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"La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.
Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él. […]

Al celebrar la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, la Iglesia nos invita a contemplar el don de la Eucaristía. Podemos recordar las enseñanzas del Papa Francisco en su catequesis sobre este sacramento del 5 de febrero de 2014:
"La celebración eucarística es mucho más que un simple banquete: es precisamente el memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. «Memorial» no significa sólo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que celebramos este sacramento participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La Eucaristía constituye la cumbre de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, vuelca, en efecto, sobre nosotros toda su misericordia y su amor, de tal modo que renueva nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Es por ello que comúnmente, cuando nos acercamos a este sacramento, decimos «recibir la Comunión», «comulgar»: esto significa que en el poder del Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos conforma de modo único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ya ahora la plena comunión con el Padre que caracterizará el banquete celestial, donde con todos los santos tendremos la alegría de contemplar a Dios cara a cara. [...]


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